No respondía, pero no exactamente por que no tenía que decir. Creía en la precariedad de las palabras, creía que así también era posible la comunicación.
Estabamos sentados, en un bloque de cemento en un calle no muy de barrio. Yo le contaba sin parar todo lo positivo por lo que había atravezado aquel dia, de alguna manera tratando de transmitirle esa positividad. Él me escuchaba.
Era extraño, lo negativo parecía ser positivo también.
En un momento, levantó su mirada y dijo: "me haces sentir mal".
No estaba segura de entender esa frase, a lo que el explicó que el contraste de nuestro días le provocaba una vez más un sentimiento extraño.
Probablemente tanta alegría de mi parte le hacía sentir que su día era gris.
De alguna forma (increible por su sinsentido) entendí una vez más que los nuestro era imposible.
A pesar de que tomo conciencia, creo que la propia conciencia mía engaña confundidamente a mi razonamiento.
1 opiniones:
jajajaj....!
sé feliz!
él en su camino
vos en el tuyo,
en definitiva todos llevan a Roma
beso
jajajajja!
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